LA CREENCIA EN SERES EXTRATERRESTRES QUE NOS VISITAN EN NAVES ESPACIALES ES PARTE DE UN CONTINUO ENIGMA QUE SE REMONTA A LA FE RELIGIOSA Y A LA NATURALEZA DE LA MENTE HUMANA... UN ENIGMA QUE NOS DEJA CON MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS.
El fenómeno OVNI y su vinculación en la mente popular con seres extraterrestres es sin duda una de las grandes historias de nustra época. Decenas de películas multimillonarias, programas de televisión, novelas de ciencia ficción y cultos en internet se obsesionan provechosamente con este tema –son menos los investigadores que abordan el tema sin un deseo ferviente de creer o de rechazar de antemano el fenómeno, pero existen. Evidentemente la inquietud sobre la existencia de seres en otros planetas es una genuina interrogante, filosóficamente tan natural como buscar la otredad –como en su momento buscar nuevos continentes y, por supuesto, y desde siempre, preguntarnos sobre seres superiores o seres sutiles que de alguna manera se escapan a nuestra percepción ordinaria pero no por ello refutan su existencia. Sobre este andamiaje cultural coexisten numerosos campos de percepción en torno al fenómeno –el cual según algunos investigadores puede trazarse a épocas remotas, pero que indudablemente ha crecido en las últimas décadas principalmente debido al avance tecnológico y a la hiperpermeabilidad de los medios de comunicación.
Encuestas muestran que cerca del 30% de las personas en Estados Unidos creen que extraterrestres han visitado la Tierra (incluyendo el 4% que cree que la Tierra es dominada secretamente por una raza de reptiles del espacio). Por otro lado, el 60% de las personas creen que existe la vida extraterrestre, algo que tiene el soporte científico de la enorme cantidad de planetas en el universo con condiciones biológicamente favorables. En 1978 el 5% de los estadounidenses dijo haber observado un OVNI; la cifra subió al 12% en 1996. Un estudio de National Geographic encontró que el 37% de los estadounidenses “creen que los OVNIs existen”. A la par países como Francia, Gran Bretaña o Canadá han desclasificado algunos de sus archivos secretos de investigación del fenómeno OVNI, con conclusiones que señalan que muchos de los casos no pueden ser explicados. En este sentido, el reciente documental Sirius, de Steven Greer, muestra numerosos testimonios de ex militares de Estados Unidos que afirman que el fenómeno OVNI es real y que el gobierno lo oculta; datos sin duda interesantes que a la vez se ven trastocados por una clara agenda manipulativa para hacer creer a las personas en extraterrestres, como queda manifiesto con la presentación del “extraterrestre de Atacama“, cuyo ADN recientemente fue confirmado como humano.
El fenómeno OVNI se asocia con visitas extraterrestres casi de manera automática, pero los datos anteriores muestran que al menos algunas personas consideran que éste no se trata solamente de una persistente alucinación o de un engaño masivo, sino que podría ser algo distinto, genuinamente misterioso, que se manifiesta a través de luces u objetos voladores no identificados.
Fundamentalmente existen cuatro explicaciones para el fenómeno de los avistamientos de OVNIs: se trata de un error perceptual, alimentado por la fantasía y el fervor cósmico-religioso; se trata de visitantes extraterrestres tecnológicamente más avanzados; se trata de una conspiración gubernamental, que se sirve de tecnología secreta o de técnicas de control mental, y que tiene la intención de ocultar tecnología más avanzada o de manipular la psique de las masas para algún beneficio político; se trata de un fenómeno paranormal real pero no extraterrestre, alguna especie de comunicación interdimensional o un fenómeno desconocido el cual nuestra capacidad científica no logra incrustar dentro de un modelo de realidad convencional. Ninguna de estas teorías puede, me parece, ser descartada del todo –incluso es posible que varias de ellas puedan existir conjuntamente.
Aunque el fenómeno de los “platillo voladores” es relativamente propio de la modernidad, el ser humano lleva milenios observando (o creyendo observar) luces y entidades en el cielo. Un ejemplo de ello son las apariciones marianas, manifestaciones celestiales de la Virgen, documentadas desde fechas tan tempranas como el año 40 A.C. Más allá de que algunas de estas apariciones puedan haber sido promovidas por la Iglesia, es posible que reflejen un patrón en la relación entre la psique (y sus creencias religiosas) y el mundo exterior (¿creer es ver?). Carl Jung entendió el fenómeno OVNI como “cambios en la constelación de los dominios psíquicos, de los arquetipos o ‘dioses’, como se les solía llamar, que traen o acompañan una larga transformación en la psique colectiva”. La moderna narrativa de los extraterrestres tiene ciertas similitudes con la narrativa religiosa dicotómica, donde los extraterrestres benignos –de estrellas como las Pléyades– son similares a los ángeles y los extraterrestres malignos son similares a los demonios o a los vampiros –como los “reptilianos”… unos buscan ayudar a la humanidad con sus mensajes de luz y otros se alimentan de la energía de los seres humanos buscando subvertir “el plan divino”. Algunos investigadores, asimismo, han sugerido que la famosa visión del profeta Ezequiel fue un OVNI.
Podemos pensar que los extraterrestres y los OVNIs, en el centro del new age, son parte de una nueva religiosidad, influida no sólo por la ciencia ficción, también por la ciencia –que actualmente parece hacer más factible ver naves espaciales que ángeles en el cielo. En una intersante conferencia de 1950, poco después de que el incidente de Roswell llevara el fenómeno OVNI a la opinión pública, el erudito de lo esotérico y alto masón, Manly P. Hall dio su perspectiva sobre el fenómeno OVNI. “Estas historias no son invenciones, son el resultado de la mente humana buscando lo que espera, y llevándolo a una forma oscura e incierta y revistiéndolo en esas expectativas”. Hall, una de las máximas autoridades en lo que se refiere al estudio de “la historia secreta” del mundo, sin embargo, no desestimó los avistamientos como meras proyecciones mentales. Consideró también altamente probable que se debieran a tecnología secreta del gobierno de Estados Unidos. “El artefacto en sí mismo puede que no sea el proyecto, sino una forma de prueba para algo más, pero, ya sea solamente un medio o un fin en sí mismo, casi seguro está guíado y diseñado por seres humanos, y está siendo desarrollado en el desdoblamiento de una investigación necesaria sobre el enorme y poderoso potencial del planeta”. Manly P. Hall, en la misma conferencia, argumentó que pensar que un platillo volador era la única forma de comunicación interestelar era algo limitado a una cierta estructura mental.
La hipótesis de la tecnología militar –secreta o no– tiene numerosos ecos. Por ejemplo esta serie de luces tomadas como un “OVNI” luego fueron confirmadas como una prueba de una aeronave militar. Uno de los “ufólogos” más reconocidos del mundo, el científico francés Jaques Vallee, ha postulado la hipótesis de que los famosos “crop circles” son parte de un experimento con microondas del gobierno británico. El teórico de la conspiración William Cooper, quien anticipó el ataque del 9-11 meses antes de que ocurriera, gran parte de su vida creyó que el gobierno de Estados Unidos había realizado un pacto con un civilización extraterrestre, pero al final declaró haber descubierto que en realidad se trataba de una conspiración para hacer creer a las personas, con fines de control mental, que existen seres extraterrestres entre nosotros.
Esta teoría de la desinformación con fines políticos ha sido expuesta por numerosos investigadores, uno de los más recientes Mark Pilkington en su libro The Mirage Man: A Journey in Disinformation, Paranoia and UFOs, donde señala que la CIA formuló desde los 50 el proyecto de propagar la creencia en los “OVNIs” entre la opinión pública .
Es posible que agencias de inteligencia y una cierta élite política se beneficie de alguna psy-op basada en infuir en las creencias de las personas, pero ciertamente es difícil de determinar una intencionalidad en dado caso. Paralelamente es indudable que la creencia en seres extraterrestres, como la religión, puede ser un gran negocio. Un caso muy significativo es el de L. Ron Hubbard, el escritor de ciencia ficción alumno de Aleister Crowley que famosamente dijo “si quieres ganar un millón de dólares funda una religión” y que así lo hizo, creando la Cienciología. Como se sabe, la parte más avanzada de las creencias de esta secta religiosa, sostiene que la entidad extraterrestre conocida como Xenu envió millones de seres desde su planeta natal a la Tierra.
Aunque la manipulación parece permear la creencia en seres extraterrestres que nos visitan, de igual manera que la manipulación parece regir las religiones, mezclando aquello propio del Cesar con aquello propio de Dios, también es posible que el fenómeno OVNI vaya más allá de una gigantesca farsa con agenda oculta. Una de las hipótesis más interesantes, me parece, tiene que ver con la posibilidad de que los OVNIs (al igual que los dioses) sean estados mentales. Según Terence Mckenna estas supuestas naves espaciales o luces inteligentes eran en realidad una proyección de nuestra alma en el cielo. Y es que quizás nuestras psiques no estén limitadas al vehículo del cuerpo –aunque si fragmentadas de una individualidad consciente. Aquello que aparentemente yace adentro podría también estar afuera, tu propia voz, tu propia conciencia podría estar llamándote desde fuera, en una de las infinitas manifestaciones de una conciencia única que se multiplica. Más que una alucinación, un símbolo. Un mensaje que podría ser un engaño, una trampa o un mapa del espíritu.
Fuente: http://pijamasurf.com